Del 28 de agosto al 4 de septiembre estuve en Medjugorje, donde a pesar de creer en ese lugar escogido por la Santísima Virgen en Bosnia, todavía no había tenido la dicha de ser llamado por María. Porque sí, de la misma manera que dice Jesús en el Evangelio que “nadie puede venir a Él si su Padre no le trae” (Jn 6, 44), encargándose Jesús de resucitarlo en el último día, así también podemos decir que nadie puede ir a Medjugorje, verdadero oasis de paz, si la Madre de Dios no le invita, encargándose en este caso Ella misma de regenerarlo o transfigurarlo espiritualmente.
Esta importante afirmación, que ya me lo habían dicho en alguna concreta ocasión, nos fue repetido en Medjugorje por Daniela, prima de una de las videntes, contratada por José Luis López de San Román, órgano rector del grupo de 49 personas que salimos de Madrid, para que de forma conveniente ambos dirigieran espiritualmente nuestra peregrinaje espiritual en estas tierras de María.
Nadie puede venir a Medjugorje si la Virgen no le trae, pero también es verdad que muchos son los llamados… que aún no han acudido a tan importante cita. Esperamos que no tarden y sepan al final responder por el bien de sus almas a tan generosa invitación.
GRACIAS EXTERIORES E INTERIORES
Todo lugar de apariciones, donde el cielo toma posesión a través de su Reina es, decíamos, un oasis de paz, un lugar de encuentro donde la justicia, que brota desde el cielo, y la paz se besan. Medjugorje es un pequeño cielo, un lugar de reconciliación entre Dios y el hombre, donde muy probablemente los ángeles del Coro de los Querubines, asiento del mismo Dios, lo protegen de la baba pestilente de Satanás. De ahí que uno sienta la formidable fuerza espiritual que hay en ese lugar, y que el diablo tenga que soltar a sus víctimas en contra de su perversa voluntad.
El grupo de 49 personas, con el que conviví siete largos días, me comentaban distinto tipos de gracias, unas son de orden externo, gracias datis datas, y otras son interiores, es decir, santificantes. Las primeras no son tan importantes, pero con todo se dieron en la peregrinación. En la cena del primer día fueron varios los que olieron el perfume sobrenatural, olor a rosas, según afirmaron algunas de ellas. También fueron varios, en distintos días, los que sintieron la llegada de la Virgen a la aparición, bien cuando se apareció el día 2 de septiembre a Mirjana, o cuando se aparece todos los días a las 18,40 horas a Marija, Iván o Vicka. Personalmente tuve la gracia de vivir esa sensación en dos días. Es, para usar terminología bíblica, como el susurro de una leve brisa, donde los árboles se inclinan de forma reverente, como reconociendo el momento sobrenatural que la tierra está viviendo al aceptar gozosos el aterrizaje de su Señora. Es –en palabras de uno de los presentes- como un viento sospechoso, como una caricia de María, decía otro, como un roce de su manto al pasar. Cada persona lo expresaba a su manera, quizás como el Cielo se lo hacía sentir. También es verdad que algunos lo sienten, pero no caen en la cuenta. Suele ocurrir como dos minutos antes de que la Iglesia haga el silencio oficial y toque las campanas.
Hubo otras personas que durante la aparición vieron la danza del sol, pero esto no quise comprobarlo, porque me distraía de la concentración que en dichos momentos deseaba tener.
Las gracias interiores son quizás menos espectaculares, pero mucho más importantes para nuestra alma. La paz que se respira en todo el entorno, en sus gentes, y en las personas que cuentan sus testimonios, es muy significativa. Este sentimiento de paz, junto con un deseo de guardar silencio para poder oír mejor la voz interior del Señor, es uno de los frutos que más me ha llamado la atención. En el grupo reinaba la alegría, fruto del gozo que deja La Llena del Espíritu Santo, y se vivía el espíritu de sacrificio (algunos subieron a los diferentes lugares de apariciones descalzos). Otra característica que he observado es que al meditar algún pasaje de la Sagrada Escritura, o al hacer alguna oración de petición, te vienen como de improviso nuevas ideas o interpretaciones sobre el pasaje que estás meditando, pensamientos que, por lo inesperado que llegan y lo eficaces que son, bien se ve que el autor no puede ser uno mismo.
Por ejemplo, cuando yo solicité del Señor que me aumentase el Amor, mi petición fue cortada de raíz, con este pensamiento discursivo (las palabras podrían ser mías): ¿Sabes realmente lo que me estás pidiendo?. Me estás pidiendo que te aumente la capacidad de sufrir por los demás. ¿Es eso lo que me pides o sólo que te aumente los consuelos?. Como pueden imaginarse me quedé totalmente confundido.
Cuando la noche del viernes 2 de septiembre, después de haberme confesado, meditaba con la luz apagada el pasaje de la Transfiguración, una fiesta que yo ignoraba que fuese tan importante en el monte donde está la cruz del Krizevac, y precisamente la víspera en que íbamos a subirlo 14 personas para rezar el Santo Vía Crucis, por tres veces se me iluminó la mesa de enfrente de mi cama. La primera vez duró 5 segundos, y lo atribuí al móvil del sacerdote que dormía plácidamente a mi lado; la segunda duró 20 segundos, y creí que el sacerdote se habría dejado encendido algún aparato eléctrico; la tercera duró todo el rato de la meditación, unos 15 ó 20 minutos. Al terminar la oración la misma luz se fue y no volvió en toda la noche. ¿Qué significaba aquella iluminación? ¿Y por qué se iluminó la estancia por tres veces? Algunos me decían al día siguiente, en los testimonios, que les recordaba a lo de las tres llamadas de las niñas en Garabandal. Otros les recordaba a lo del profeta Samuel? (1 Sa 3, 18), al que Dios le llamó por tres veces y él creía que era el sacerdote Helí.
Como he dicho yo meditaba en el pasaje de la Transfiguración, y pensaba en Pedro cuando decía ¿qué bien se está aquí? hagamos tres tiendas… . Qué bien se está con la Virgen en Medjugorje, me decía yo también, y me entristecía al pensar que pronto tendría que despertar y volver a la realidad, al trabajo de cada día, a la cruz, a seguir defendiendo las apariciones y discutir sobre ellas –como los apóstoles con los escribas en la bajada del monte Tabor- con los que no creen.
Por cierto, en este momento, el Señor me mostró, o me pareció a mí que se me mostraba, que eso que dijo que hay un tipo de demonios que sólo salen con oración y ayuno, no se refería tanto a que existan un tipo de posesiones (el demonio mudo), como principalmente a la actitud de esas personas incrédulas que se burlan y mofan de todo lo religioso, en especial de las obras misericordiosas de Dios (como son las apariciones o los milagros), y que están esperando ver un mínimo fallo o error en alguno de los instrumentos para señalarlo con aires de triunfo y terminar de convencerse que no hay nada sobrenatural, que no se aparece la Virgen ni el ángel ni ningún personaje celestial. Al parecer fue por esto por lo que el Señor, dolido por esa incredulidad perversa, dijo: “¡Oh generación incrédula! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os sufriré?” (Mc 9, 19)
Otro fruto que vi fue el tema de las confesiones. El pecador en Medjugorje proclama la grandeza y santidad de Dios y como un derivado de la misma confiesa sus pecados. La consecuencia no se hace esperar: Un deseo vivo de devolver a Dios sus derechos conculcados. Para ello urge quitar ese obstáculo, esa culpa, que le impide abrazarse con el Señor. En Medjugorje se siente el abrazo de paz de Dios Padre, cuando te arrodillas ante el sacerdote y cierras aquellas heridas no confesadas o confesadas mal, quizás por falta de formación, o por no haberle dado al pecado en su momento la gravedad que realmente tenía.
Todos estos frutos son claramente positivos, y convierten a Medjugorje en un centro de regeneración espiritual, un sanatorio de almas, donde queda claramente al descubierto que la paz y el pecado son incompatibles. La paz que uno respira en Medjugorje, junto con la oración al Santísimo Sacramento o la adoración a la Santa Cruz, llevan al peregrino a mirar dentro de sí, terminando al final por acudir al Médico que sana, la Luz de Dios, derramada copiosamente en los confesionarios.
Impactante fue también la adoración del 3 de septiembre por la noche, donde una mujer italiana, como de 30 años, lloraba con grandes congojas, implorando con honda preocupación la ayuda de Jesús, al que afirmaba amar. De repente, entre ahogos espeluznantes y toses de la mujer, se oyó gritar a la voz del demonio. Una voz grave de hombre, amenazante, totalmente distinta a la de la mujer, y que en mi opinión no salía de la boca. El hecho originó que algunos de los que estaban más cerca de la mujer salieran corriendo. El sacerdote que presidía la celebración dijo en croata: “Aquí está Jesús”, y un grito de desesperación y rabia fue la respuesta del demonio. En un momento de la oración, donde veinte mil personas rezaban por la posesa, el demonio dijo: ¡Yo no quería venir aquí!, ¡Yo no amo.! ¡…qué hace aquí el Padre Pío”. Y ya no volvió a oírse más su voz.
No sabemos si la mujer fue liberada o no de esa aparente posesión por la oración de todos los presentes, pero recuerdo haber leído al Padre Fortea, en alguno de sus libros, que algunas veces Dios envía a San Miguel para que saque al demonio, y que en esos momentos el exorcista y las personas que asisten a ese acto de oración especial, no son ya más que simples espectadores, donde ven como una fuerza invisible descomunal obliga al demonio a soltar a su presa. Es posible que ocurriera eso en Medjugorje, pero con el Padre Pío. En cualquier caso el hecho fue muy comentado al día siguiente en el autobús, y a todos nos sirvió de meditación sobre la existencia del demonio y de cómo trata a sus víctimas. Si así las trata así ahora, se preguntaba alguno, que aún están con posibilidad de ser ayudadas por Dios a través de nuestra oración, ¿cómo las tratará luego en el infierno donde jamás podrán ser ayudadas?.
DISCURSO DE IVÁN EN EL TEMPLETE DE LA ESPLANADA
El miércoles, 31 de agosto, nos habló Iván, uno de los seis videntes, de los tres que ve a la Virgen todos los días, y que tiene como misión los jóvenes y los sacerdotes. Parece ser que cada joven tiene encomendada una misión. Vicka y Jacob por los enfermos, tanto de cuerpo como de alma. Aquí estarían los posesos, que aunque no son enfermos propiamente dichos, sufren en su cuerpo y en su alma la rabia del Maligno. Marija por las almas del Purgatorio, un tema que siempre nos ha parecido muy interesante en María Mensajera, pues son pocos los que van directamente al cielo sin pasar por ese estado de purificación transitorio. Ivanka por las familias, que son la base de la sociedad cristiana y la salvación de la misma Iglesia. De las familias que viven su fe en comunidad, como los primeros discípulos, salen las vocaciones religiosas. Mirjana por los que no creen, los que no han experimentado jamás el amor de Dios. Estos preocupan mucho a Nuestra Madre, pues sin fe no se puede agradar a Dios. Sin fe no puede ponerse en marcha toda la maquinaria celestial a favor nuestro. Como dijo la Virgen: “Sin vosotros, el Señor no puede realizar lo que quiere” Esta vidente es la encargada de revelar el décimo secreto cuando llegue el día. Parece que se trata de un castigo que alcanzará a todo el mundo. Y este secreto, al contrario de otros, no se puede cambiar.
La misión de Ivan –como ya hemos dicho anteriormente- es rezar por los jóvenes y sacerdotes. Éstas fueron sus palabras. Lo que no está en letra cursiva es nuestro para facilitar mejor alguna de sus explicaciones.
La Gospa nos ama tanto, que si fuéramos conscientes de ello lloraríamos de gozo. Ser elegido por ella es una gracia muy grande, desde entonces estoy en lo que llamamos los videntes «la escuela de la Madre».
No crean ustedes que yo soy santo, nada de eso, pero es mi mayor deseo, y lo intento con todo mi corazón. La conversión es un proceso largo y lento, es un verdadero programa de vida. Muchas veces me pregunto porqué fui yo el elegido para ver a la Gospa, ser elegido es una gran responsabilidad.
Durante estos treinta años lo más importante a lo que nos invita la Gospa se puede resumir en palabras cortas citadas en muchas apariciones: Paz, conversión, vuelta a Dios, poner a Dios en el primer lugar de nuestras vidas, hacer oración de corazón, ayuno, penitencia, fe firme, amor, perdón, Eucaristía, confesión y esperanza.
En el primer mensaje del año 1981 la Gospa nos dijo que su Hijo la enviaba para ayudarnos, y su mensaje fue: «paz, paz, paz». Paz entre los hombres y Dios, y paz entre los hombres entre sí. El mundo no hace caso, no se enmienda, se arriesga a auto-destruirse. Vosotros sois mi Iglesia viva, si sois fuertes la Iglesia será fuerte también. Sólo en Jesús está la paz, el mundo, sus dirigentes no os pueden dar la paz. Hoy más que nunca el mundo está en crisis, crisis de la fe, sin oración, el mundo va hacia un mundo sin Dios, en las familias no hay comunicación, amor, oración, no se guardan los esposos la debida fidelidad, la familia debería ser una Capilla viva donde reinara mi Hijo.
A continuación dijo algo que a muchos en principio nos extrañó un poco, pero que debemos ver en ello una lectura positiva: la de dejar de estar tan polarizados por el tema de los últimos tiempos, jugando a pronósticos adivinatorios que no favorecen en nada al fin esencial de las apariciones: mi conversión. Que como ha dicho Ivan es un proceso largo y lento, un verdadero programa de vida.
No vino la Madre a hablarnos del fin del mundo, pero si a recordarnos que Jesús se ofrece todos los días en la Santa Misa, lugar central de nuestra fe. La Gospa desde el principio nos dijo: «no vengáis a mí, si mi llamada coincide con la Santa Misa, ir a la Santa Misa».
El tema de los últimos tiempos o de la segunda venida de Cristo, dogma por el que pedimos todos los días en la santa Misa, pueden crear cierta adición desordenada. La gente quiere saber qué pasará, cuándo vendrán los acontecimientos de Garabandal (aviso, milagro, castigo….) y no se centran en lo realmente esencial e importante del mensaje, y con el que retrasarían la aparición del misterio de la iniquidad. El Señor dice en el Evangelio:
“Pero cuando vuelva el Hijo del Hombre encontrará fe sobre la tierra” (Lc. 1, 8).
Ésta frase del evangelista es en mi opinión clara. Mientras haya fe, esto es, mientras existan lugares de fe y amor a la Eucaristía como en Lourdes, Medjugorje, Fátima… se retrasa el advenimiento del reino del Anticristo. Sólo cuando no haya fe y el culto que se dé en las iglesias sea vacío, estaremos en mi opinión en el fin de los últimos tiempos. Precisamente para impedirlo, para evitar que se dé en nuestro tiempo la venida del Inicuo, nos dice Iván:
Las Parroquias deberían de organizar más «Adoraciones al Santísimo». Rezar el Santo Rosario y leer la Biblia en las familias. Colocar la Biblia en un lugar central de vuestros hogares, no como objeto decorativo, pero si como reclamo de la necesidad de su uso habitual. Orad, orad, orad no con los labios, no desde la rutina, no mirando el reloj, orad con el corazón, dedicar tiempo a la oración, a Dios.
¿Pero cómo se hace oración con el corazón? El mismo vidente nos da a continuación la respuesta:
Desde el amor y con amor, es un diálogo con un buen amigo, con Jesús. La escuela de oración no tiene vacaciones, no conoce fines de semana.
¿Cómo orar mejor? Orando más, orar bien es una gracia divina, y ésta se da al que se entrega más, muchos dicen que no tienen tiempo, el tiempo no es el problema, el problema es el amor, siempre se saca tiempo para aquello que se ama.
En mi encuentro con la Gospa, esta noche, pediré por todos ustedes, encomendaré a todos los peregrinos, a sus parroquias, a sus familias y de modo particular a todos los enfermos. Aquí, en estos días de peregrinación, ustedes han podido sembrar una semilla, ahora en sus hogares han de hacerla germinar. Para terminar quiero recordarles un mensaje: “No tengáis miedo”. Gracias.
APARICIÓN A MIRJANA
El viernes, día 2 de septiembre, a las 9,00 horas de la mañana, hubo en lo que se denomina la Cruz Azul, la aparición de la Virgen. Reproducimos el mensaje íntegro en letra cursiva, con palabras nuestras en letra normal para que el lector caiga en la cuenta de aquellas expresiones que merecen ser más tenidas en cuenta:
¡Queridos hijos!
Con todo el corazón y con el alma llena de fe y de amor hacia el Padre celestial, os he dado y sigo dándoos a mi Hijo. Mi Hijo os ha permitido, pueblos del mundo entero, conocer al único y verdadero Dios y su amor. Os ha conducido por el camino de la verdad y os ha hecho hermanos y hermanas.
Dios, al hacerse hombre en las purísimas entrañas de María, y unirse por tanto a nuestra misma naturaleza humana, nos ha unido a Él en una misma familia. Somos suyos, es decir, somos verdaderamente hijos de Dios por el Bautismo y hermanos entre nosotros. Cristo es el camino, el que nos conduce por el camino de la verdad evangélica a la vida final.
Por eso, hijos míos, no vaguéis inútilmente, no cerréis los ojos delante de esta verdad, esperanza y amor. Todo alrededor de vosotros es pasajero y todo se está derrumbando menos la Gloria de Dios que permanece.
No vaguéis inútilmente, es decir, no estéis ociosos, perdiendo el tiempo, o andando sin rumbo fijo.
No cerréis los ojos delante de esta verdad, esperanza y amor que Dios os está poniendo para que os convirtáis y cambiéis de mentalidad. Nos recuerda que todo es pasajero, que nada es eterno, y encima que todo se está derrumbado. Sólo la Gloria de Dios permanece, por tanto trabajad para la gloria de Dios. Como dice San Pablo: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. En la vida o en la muerte: somos del Señor” (Rom 14, 8). De ahí que diga la Virgen María a continuación:
Por eso, renunciad a todo aquello que os está alejando del Señor. Adoradle sólo a Él porque Él es el único verdadero Dios.
Cortemos de raíz cualquier dios humano que nos aparte del Único Dios. Cada persona debe ver en su interior aquello que le impide su entrega: qué vanidad, qué vicio, qué ocupación pasajera, qué amistad peligrosa… y con las armas de Dios (fe firme, oración de corazón, ayuno, palabra de Dios, santo rosario, confesión, eucaristía…) pedid con sinceridad que corte todo aquello que nos aleja de Él y que pueda hacernos perder por toda la eternidad a Dios. Para lograrlo, la Virgen nos promete estar con nosotros a nuestro lado:
Yo estoy con vosotros y me quedaré a vuestro lado. Oro en modo particular por los pastores para que sean dignos representantes de mi Hijo y para que os con conduzcan con amor hacia la verdad. Gracias.
“Me quedaré a vuestro lado”. No estamos solos. Si queremos, podemos. Tenemos la garantía de que Ella no nos va a dejar y que nos ayudará siempre que se lo pidamos.
El autor de este testimonio, Juan Carlos Sanchez Ventura